Fuente: ScienceDaily

Un minicerebro que ilumina el camino hacia la comprensión de los trastornos neurológicos

El cerebro humano, con sus decenas de miles de millones de neuronas y su compleja red de conexiones, es uno de los órganos más enigmáticos del cuerpo. Comprender cómo se desarrolla y cómo surgen trastornos como el autismo, la esquizofrenia o el Alzheimer ha sido un desafío monumental para la ciencia. Un estudio revolucionario publicado el 4 de agosto de 2025 en Advanced Science por investigadores de la Universidad Johns Hopkins presenta un avance sin precedentes: el desarrollo de un organoide cerebral humano completo, que imita las regiones del cerebro, genera actividad eléctrica y forma una barrera hematoencefálica rudimentaria. Este “organoide cerebral multi-región” (MRBO, por sus siglas en inglés) plantea una pregunta fundamental: ¿puede un modelo de laboratorio basado en células humanas transformar nuestra comprensión de los trastornos neurológicos y acelerar el desarrollo de tratamientos personalizados?

En el contexto actual, donde las enfermedades neurológicas y psiquiátricas afectan a millones de personas y los tratamientos a menudo fracasan en ensayos clínicos, este avance es de una relevancia crítica. Los modelos animales, aunque valiosos, no siempre replican con precisión el desarrollo cerebral humano, lo que limita su utilidad para estudiar trastornos complejos que afectan a todo el cerebro. El organoide cerebral multi-región ofrece una plataforma única para observar el desarrollo cerebral en tiempo real, probar terapias y explorar los orígenes de enfermedades como el autismo o la esquizofrenia, abriendo un nuevo capítulo en la investigación biomédica.

Creando un cerebro en miniatura: La ciencia detrás del MRBO

El organoide cerebral multi-región desarrollado por el equipo de Annie Kathuria, profesora asistente en el Departamento de Ingeniería Biomédica de Johns Hopkins, representa un salto cualitativo respecto a los organoides cerebrales previos, que típicamente modelaban una sola región del cerebro, como la corteza o el mesencéfalo. Para crear este modelo, los investigadores comenzaron cultivando células neurales de diferentes regiones cerebrales —cerebro anterior, medio y posterior— junto con formas rudimentarias de vasos sanguíneos en placas de laboratorio separadas. Luego, utilizaron proteínas adhesivas, descritas como un “superpegamento biológico”, para unir estas regiones y permitir que formaran conexiones funcionales.

El resultado fue un organoide que contiene aproximadamente 6 a 7 millones de neuronas, una fracción de las decenas de miles de millones presentes en un cerebro humano adulto, pero suficiente para replicar las características de un cerebro fetal humano de 40 días. Este minicerebro no solo incluye una amplia gama de tipos celulares neuronales (el 80% de los encontrados en el desarrollo cerebral temprano), sino que también genera actividad eléctrica, simulando las conexiones neuronales del cerebro real. Además, los investigadores observaron la formación de una barrera hematoencefálica incipiente, una capa celular crítica que regula qué moléculas pueden entrar y salir del cerebro, un componente esencial para estudiar cómo los fármacos interactúan con el sistema nervioso.

El proceso de desarrollo del MRBO requirió una combinación de técnicas avanzadas, incluyendo cultivos celulares tridimensionales, ingeniería tisular y análisis electrofisiológicos para detectar la actividad neuronal. Este enfoque permitió a los investigadores observar cómo las diferentes regiones del organoide interactúan, formando una red funcional que imita los primeros pasos del desarrollo cerebral humano. Como señala Kathuria, “no puedo pedirle a una persona que me deje mirar su cerebro para estudiar el autismo”. Los organoides cerebrales multi-región superan esta limitación, ofreciendo una ventana única para observar el desarrollo cerebral y los trastornos asociados en tiempo real.

Resultados que abren nuevas puertas

Los hallazgos del estudio son claros y transformadores: el organoide cerebral multi-región replica con precisión las características del desarrollo cerebral temprano, incluyendo la diversidad celular, la actividad eléctrica y la formación de una barrera hematoencefálica rudimentaria. Estas características lo convierten en un modelo ideal para estudiar trastornos neurológicos que afectan a múltiples regiones del cerebro, como la esquizofrenia, el autismo y el Alzheimer. A diferencia de los modelos animales, que a menudo no capturan la complejidad del cerebro humano, el MRBO permite a los investigadores observar cómo surgen las anomalías durante el desarrollo y probar terapias en un sistema que refleja más fielmente la biología humana.

Un aspecto particularmente prometedor es el potencial del MRBO para mejorar los ensayos clínicos de nuevos fármacos. Actualmente, entre el 85% y el 90% de los medicamentos fracasan en la fase 1 de los ensayos clínicos, y para los fármacos neuropsiquiátricos, esta tasa asciende al 96%. Esto se debe, en gran parte, a que los modelos animales utilizados en las primeras etapas de desarrollo no replican con precisión las condiciones humanas. Los organoides cerebrales multi-región, al simular el desarrollo cerebral humano, podrían reducir esta tasa de fracaso al proporcionar una plataforma más precisa para probar la eficacia y la seguridad de los tratamientos antes de que lleguen a los ensayos clínicos.

El estudio también destaca la capacidad del MRBO para personalizar la investigación. Al cultivar organoides a partir de células de pacientes específicos, los investigadores podrían estudiar cómo los trastornos neurológicos se manifiestan en individuos concretos y evaluar terapias adaptadas a sus necesidades. Este enfoque de medicina personalizada podría revolucionar el tratamiento de enfermedades como el autismo, donde la heterogeneidad entre pacientes complica el desarrollo de terapias universales.

Un nuevo paradigma en la investigación neurológica

El desarrollo del organoide cerebral multi-región marca un cambio de paradigma en la investigación de los trastornos neurológicos. Al proporcionar un modelo humano que captura la complejidad del cerebro en desarrollo, este avance supera las limitaciones de los modelos animales y los organoides de una sola región. Como señala Kathuria, enfermedades como la esquizofrenia y el Alzheimer afectan a todo el cerebro, no solo a una parte, y entender qué falla en las primeras etapas del desarrollo podría revelar nuevos objetivos terapéuticos.

El estudio también plantea preguntas fascinantes para el futuro. ¿Cómo podemos optimizar los organoides para simular etapas más avanzadas del desarrollo cerebral? ¿Es posible integrar otras estructuras, como células gliales o sistemas inmunológicos, para hacer los organoides aún más representativos? Además, la capacidad de los organoides para formar una barrera hematoencefálica rudimentaria abre la puerta a estudios sobre cómo los fármacos cruzan esta barrera, un factor crítico en el desarrollo de tratamientos para enfermedades neurológicas.

Contexto y analogías: El minicerebro como un simulador de vuelo

Para comprender la importancia de este avance, podemos comparar el organoide cerebral multi-región con un simulador de vuelo. Así como un simulador permite a los pilotos practicar en un entorno controlado que imita las condiciones reales, el MRBO ofrece a los científicos un modelo controlado que replica el desarrollo cerebral humano. Este “simulador” permite observar cómo las conexiones neuronales se forman, cómo las enfermedades alteran este proceso y cómo los tratamientos pueden corregirlo, todo sin los riesgos y limitaciones de estudiar cerebros humanos reales.

En un contexto más amplio, el MRBO se alinea con una tendencia creciente en la biotecnología hacia modelos basados en células humanas. Por ejemplo, los organoides de hígado y corazón han transformado la investigación en enfermedades hepáticas y cardiovasculares, permitiendo pruebas más precisas de nuevos tratamientos. El organoide cerebral multi-región lleva esta tendencia un paso más allá al abordar la complejidad del cerebro, un órgano cuya estructura y función son únicas en el reino animal.

Desafíos y oportunidades futuras

A pesar de su potencial, el desarrollo y la implementación del MRBO enfrentan varios desafíos. La creación de organoides es un proceso complejo que requiere infraestructura especializada y experiencia técnica, lo que podría limitar su accesibilidad en entornos de investigación menos equipados. Además, aunque los organoides replican el desarrollo cerebral temprano, aún no capturan las etapas más avanzadas de la maduración cerebral, lo que limita su utilidad para estudiar enfermedades que se manifiestan en la edad adulta, como el Alzheimer.

Las cuestiones éticas también son significativas. Los organoides cerebrales, al imitar el cerebro humano, plantean preguntas sobre su estatus ético, especialmente si se desarrollan modelos más complejos que exhiban características avanzadas de conciencia. Además, la privacidad de los datos genéticos utilizados para crear organoides personalizados debe protegerse rigurosamente para evitar usos indebidos.

Sin embargo, las oportunidades son inmensas. El MRBO podría integrarse en la investigación de medicina personalizada, permitiendo a los médicos probar tratamientos en organoides derivados de las células de un paciente antes de administrarlos. Además, su capacidad para simular la barrera hematoencefálica podría acelerar el desarrollo de fármacos que crucen esta barrera de manera efectiva, un desafío clave en el tratamiento de enfermedades neurológicas.

Hacia un futuro de tratamientos personalizados

El organoide cerebral multi-región desarrollado por los investigadores de Johns Hopkins es un avance monumental que promete transformar nuestra comprensión de los trastornos neurológicos. Al ofrecer un modelo humano que captura la complejidad del cerebro en desarrollo, esta tecnología allana el camino para descubrir los orígenes de enfermedades como el autismo y la esquizofrenia, y para desarrollar tratamientos más efectivos y personalizados. En un mundo donde las enfermedades neurológicas representan una carga creciente, este avance nos acerca a un futuro donde los tratamientos no solo sean más precisos, sino también más accesibles.

Este descubrimiento también nos recuerda que la ciencia, en su mejor expresión, es un esfuerzo por iluminar lo desconocido. El minicerebro, con su capacidad para “encenderse” y conectarse como el cerebro real, es una metáfora poderosa de este esfuerzo, ofreciendo una luz de esperanza para los millones de personas afectadas por trastornos neurológicos. A medida que los investigadores continúan perfeccionando esta tecnología, estamos un paso más cerca de desentrañar los misterios del cerebro humano y construir un futuro más saludable.

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